Alfredo Rodríguez, una esencia de tres colores: Cuba, Nueva York y París

Alfredo Rodríguez (La Habana, 1936) es uno de cubanos que tuvo el privilegio de “pasear” su música por las plazas culturales más importantes del mundo de su época. Nueva York y París conocieron de su pianismo, de su talento y de su buen saber hacer fundamentado en las raíces afrocubanas y en lo tradicional popular de nuestra música. De jazz, de blues, de son, de danzón, de bolero y del sonido charanguero habla su estilo, totalmente integrador y con sello personal. Y es que este músico habanero, natural de El Vedado, tuvo el importante papel de contribuir, desde un lugar protagónico, a la introducción del estilo de jazz afrocubano en el panorama musical francés y europeo desde mediados de los 80. Sin perder su esencia y desde su más auténtica cubanía, el legado de Alfredo Rodríguez es imprescindible para conocer de la trayectoria, la presencia y la influencia de varias generaciones de músicos cubanos en la escena parisina.

Desde el siglo XIX hay referencias directas de músicos cubanos que llegaron a la Ciudad de la Luz por diferentes motivos. Durante mucho tiempo, a principios del siglo XX, conquistar el corazón de los franceses era sinónimo de éxito en cualquier otra parte del mundo. Así hay una larga lista de músicos, poetas, pintores que en la década del 30 realizaban la larga y aburrida travesía desde La Habana hasta París, con atractivas y coloridas propuestas que dejaban atónito al público más exigente de Europa. Muchos de estos itinerantes artistas, ya con el éxito en las manos, decidían hacer otro viaje de regreso a América pero con la intención de conquistar su próxima plaza, Nueva York.

Casi 30 años después de aquella impetuosa generación del 30, Alfredo Rodríguez realizó, con mayor comodidad, el mismo recorrido aunque invirtió los destinos y prolongó su estancia en ellos. 23 años en Nueva York y casi 20 en París. Una vida compartida entre las tres referencias culturales más importantes de su tiempo. Conoció del éxito y de la vida musical azarosa en estos contextos y su trayectoria se dibuja con altos niveles de inestabilidad especialmente en etapa neoyorkina. Quizás era premonitorio llegar a París, la meta de un delirio que naciera en él desde el momento que inició sus clases de francés a los 14 años en su Habana natal. En París le llegó la estabilidad que se alcanza con la madurez y allí lo encontró la muerte, casi a sus 70 años de edad, el 5 de octubre del 2005 en el hospital de Bretonneau.

Alfredo Rodríguez, «Oye Afra«

Sobre la actividad musical y profesional de Alfredo Rodríguez, existe poco material publicado. Gracias a la entrevista que concediera en el 2001 a la publicación digital Anapapaya, logramos reconstruir una breve reseña sobre su actividad musical.

Nació este reconocido músico pianista habanero el 25 de octubre de 1936. En su ciudad natal comenzó algunos estudios de música clásica, aunque su afición mayor siempre estuvo dirigida hacia la música que se hacía en cabarets y en las conglomeradas ferias del pueblo. Fue un testigo presencial de los procesos de definición de ritmos cubanos tan prolíferos de los años 50 como el surgimiento del cha cha chá y del mambo, la evolución del bolero, el movimiento del feeling y las ya consagradas manifestaciones del son. Savia que sin duda absorbió de manera pasiva en aquel entonces, pero que años más tarde le otorgaría su marcado sello de cubano.

Llegó a Nueva York a los 23 años, en 1960, con el objetivo de estudiar y abrirse camino. Allí comenzó a trabajar en Relaciones Públicas en una imprenta y en 1961, a través de Arsenio Rodríguez, a quien ya conocía desde Cuba, se anima para estudiar música de nuevo, después de haber estado 12 años sin ejercer la práctica. La referencia directa de su pianismo se concentró en el trabajo de pianistas cubanos que marcaron época en los géneros musicales de la isla como Lilí Martínez, Jesús López, Rubén González, Guillermo Rubalcaba, Pepesito Reyes, entre otros, aunque comenzó a tocar jazz con Albert Dailey y Bill Evans.

A su llegada a Nueva York crecía el boom de las charangas. Allí tocó con el Conjunto Sensación y con Vicentico Valdés en 1966. Después se registra su participación en la orquesta de Belisario López, con quien aprendió el estilo más tradicional de los danzones, y en la de Willie Rosario. A partir de este momento, Alfredo decide comenzar a vivir sólo de la música y poco tiempo más tarde va a buscar suerte en Las Vegas, en el Caesar Palace, donde según su propia experiencia, no era un buen lugar para establecerse. Regresa a Nueva York para trabajar con Joe Cuba en 1970.

Dos años más tarde, el inquieto pianista se muda a Miami donde reside durante 4 años trabajando en shows de cabarets y acompañando a figuras como Orlando Contreras, Lucecita Benítez y Vicentico Valdés a quien ya conocía desde su primera etapa en Nueva York. Gran parte de su estancia en Miami trabajó con la Orquesta Fajardo y sus Estrellas aunque también alternaba con otras actividades como pianista solista.

Decepcionado y casi arruinado regresa a Nueva York en 1976 donde se encuentra con Rafael Valdés, «Patato Valdés», el destacado percusionista cubano que gozaba de buen éxito en la ciudad de los rascacielos, lo invita a grabar uno de los discos más importantes de su carrera “Ready for Freddy” con el tema “Dónde está la ambulancia”.

Alfredo Rodríguez con Patato Valdés, «La ambulancia«

Después de tocar con Patato, siguen sus pasos hasta la Charanga ’76 junto a Hansel y Raúl. Con ellos grabó algunos discos y luego realizó 3 placas discográficas con su cantante favorito: Justo Betancourt.

En 1980 sustituyó a Jorge Dalto, gran pianista argentino en el Latin Percussion Jazz Ensemble de Tito Puente. Con esta agrupación realizó una amplia gira por los Estados Unidos y reforzó la amistad con Tito Puente. A partir de este momento su prestigio como pianista creció en el gremio de los músicos latinos de Nueva York y su participación ha quedado registrada en varias agrupaciones del momento como la Orquesta Novel y junto a estrellas del calibre de Ismael Rivera, La Lupe, Celia Cruz entre otros.

Latin Jazz con Alfredo Rodriguez (1936 – 2005)

En 1980 Alfredo Rodríguez viaja a París por invitación de su amigo Camilo Azuquita a realizar una gira que no resultó ser de las expectativas esperadas. Regresa a Nueva York como pianista independiente haciendo sustituciones y tocando con diversas agrupaciones. En 1982 regresa a París como parte de otra sustitución que hiciera en en Art Webb, un proyecto de Ray Barreto, donde además participaba el cubano Mongo Santamaría. En este viaje se queda por un tiempo en la ciudad europea junto a Patato que ya estaba instalado en París, pronto hace un pequeño regreso a Nueva York, pero con la intención de establecerse definitivamente en la capital francesa en 1983.

A su llegada a París, según cuenta en su entrevista, “el ambiente musical estaba realmente embrionario, era difícil buenos músicos y hasta tuve que ponerme a cantar, cosa que nunca hice en los Estados Unidos”.

Hizo su primer disco europeo con auténtico estilo de charanga, “Para África traigo mi son”, junto con Patato Valdés y pidiendo la colaboración de amigos de Nueva York, ciudad donde grabaron el disco. En 1985, grabó Monsieur Oh la la lleno de cha cha chás y danzones mezclados con vocablos de lengua francesa y donde hace gala de la picaresca cubana, de la sonoridad charanguera y de un pianismo de gran sabor.

Alfredo Rodríguez, «Monsieur Oh la la«

Sobre los 90 grabó un disco, «Cuba, New York, París» con objetivos promocionales de un grupo que había formado en la ciudad de la luz. A partir de 1994-1995 comienza a traer músicos amigos desde Nueva York para atraer la atención y despertar el interés por estos ritmos a través de estrella exitosas como Papaito, Roberto Torres o Tata Güines. En el año de 1993 realiza otra producción discográfica dedicada al pianista cubano Peruchín, “Para Yoya” y en 1995 fue artista invitado por Jesús Alemañy para grabar «Cubanismo«, un proyecto que lo enamoró y que fue grabado en Cuba, su tierra, que volvió a visitar después de 28 largos años. La alegría de encontrarse con antiguos colegas lo motivó a profundizar en las esencias de sus raíces y surge así su siguiente disco “Cuba Linda” un proyecto lleno de influencias de la música de antecedente africano de tipo religioso y de corte más popular, como la conga santiaguera donde inserta con éxito el piano. El uso de los tambores batás, rezos y cantos en lengua yoruba son mezclados con letras de boleros o estándares de la música norteamericana de jazz.

Alfredo Rodríguez, «Cuba linda«

Con Alemañy participa en una segunda oportunidad del proyecto de Cubanismo, Malembe. En 1997 realizó la última gira con esta agrupación por los Estados Unidos teniendo una excelente acogida por parte del público, de la crítica y de la gerencia del comercio musical. Después no tuvo más contacto con Alemañy. Se cerraba así una etapa de retorno a las raíces, como bien advierte Alfredo en su entrevista.

Ya de vuelta al entorno parisino, Alfredo tiene registrada participaciones en diversos formatos y su música abarcó diferentes direcciones: teatro, representaciones con jóvenes talentos que se iniciaban en el mundo de la música, actividad que ágilmente combinaba con sus viajes como instrumentista en solitario a otros países.

Alfredo fue invitado a varios festivales, entre ellos se destacan Barranquijazz y el Festival de Jazz Teatro Royalty de Bogotá en el 2003. Su conexión desde el talento y la amistad con Patato Valdés, quedó plasmada en un disco posterior “Único y diferente” realizado en el año 2000.

Aunque actualmente sabemos de la existencia de una amplia discografía que abarca etapas anteriores en el período de Nueva York, hay también constancia de otra grabación posterior que realizara en el año 2002 Alfredo y Los Acereko, que aunque tenemos la certeza de que existe un disco más grabado en el 2003, Cuban Jazz bien se puede considerar como uno de los discos que mejor describe la esencia de un Alfredo Rodríguez amante exclusivo del sonido del piano acústico, versátil en su estilo, exquisitamente rítmico, lleno de armonías, de estándares jazzísticos norteamericanos y de frases parisinas enfocadas desde la más absoluta concepción de la música cubana y su tradición.

Alfredo Rodriguez y Los Acereko, «Caravan«

Para la grabación de este disco Alfredo Rodríguez contó con la colaboración de artistas estelares como Tata Güines, Bobby Carcasés, Joel Hierrezuelo, José Luis Quintana ”Changuito’, entre otros.

Agradeceríamos cualquier otra información o corrección sobre la trayectoria profesional de Alfredo Rodríguez en este empeño de recuperar la obra de este músico excepcional.

Fuentes: