Arsenio Rodríguez: cubanía sin límites

Del Son, del Congo, de los campos de Cuba, es Arsenio Rodríguez. Con un ingenio natural para sintetizar su entorno, con un encanto especial para expresar la esencia cubana. Es sin dudas, la génesis y evolución de la tradición sonera, cultivador y exponente fiel de la musicalidad cubana.

Arsenio Rodríguez, «Mami me gustó»

Ignacio Arsenio Travieso Scull, (Arsenio Rodríguez) nació el 30 de agosto de 1911 en un pequeño poblado en Güira de Macurije, Bolondrón, Matanzas. Su abuelo, un anciano de fuerte antecedente congo, puso todo su afán en que sus nietos y descendientes aprendieran la lengua y cultivaran los rasgos más esenciales de su religión. A la edad de 5 años, su humilde familia de procedencia rural, se traslada a Güines, lugar donde quedan mejor recogidos los datos de la infancia de Arsenio.

Cumplidos los 7 años, Arsenio sufre un accidente por la patada de un caballo, con gran tristeza, pierde la visión paulatinamente hasta quedar ciego completamente. Su hermano Quique le serviría de lazarillo y su hermano Julio le inició en el arte de tocar el tres. Poco tiempo después, Arsenio se convirtió en un virtuoso de este instrumento y de una práctica auténtica de las regiones rurales de Cuba que supo con gran maestría llevar primero a un plano nacional y después internacional. De ahí el sobrenombre con el que es reconocido mundialmente “El ciego Maravilloso”.

Un recorrido veloz por la vida de Arsenio nos lleva hacia sus comienzos en Cuba. Dominaba varios instrumentos, la guitarra, la conga, el bajo y el tambor quinto, aunque se reconoció como admirador permanente de treseros como Nené Manfugás, Isaac Oviedo y Eliseo Silvera. Comenzó a finales de la década de los ’20 asistiendo a los ensayos del Septeto Habanero y a comienzos de los 30’s formó su Sexteto Boston, donde se interpretaban sus propias composiciones. En 1937, después de desintegrar esta agrupación, pasa a formar parte del Septeto Bellamar, donde no sólo participaba como un músico más, sino que ya despuntaba con su liderazgo, razón por la cual, poco tiempo después se vio, en 1940, al gran Arsenio formando su propio conjunto, una nueva formación donde incluyó una segunda trompeta, un piano y un tambor conga, que hasta ese momento era sólo utilizado en carnavales y bembés. La nueva sonoridad, el sonido de Cuba tanto para dentro de la isla como para fuera de ella, quedaba establecido bajo el nombre de Arsenio Rodríguez y su Conjunto.

Arsenio Rodríguez y su Conjunto, «Monte adentro».

En aquel entonces Cuba tenía muchas otras opciones de agrupaciones, también estelares y de alta calidad, que eran altamente cotizadas por el público bailador cubano y que se adueñaban de los bailes más importantes del momento. Arcaño y sus maravillas, Melodías del 40, Orquesta Ideal y algunos sextetos e incipientes conjuntos se habían convertido en la competencia más feroz para Arsenio; sin embargo, cuando comenzó a experimentar con su son montuno, su nueva instrumentalidad y las formas divertidas y novedosas de sus propuesta, sin duda sus niveles de popularidad crecieron. Muchas orquestas y cantantes de la época dieron a conocer la calidad autoral de Arsenio Rodríguez a través de las grabaciones que quedaron registradas en esos años por la RCA–Víctor, un equipo de grabación que Miguel Gabriel le compró a la casa disquera en 1935 para grabar sin tener que salir de La Habana.

El conocimiento de su música se da tanto dentro como fuera de Cuba, especialmente en la ciudad de Nueva York. Miguelito Valdés fue uno de los responsables del éxito en la ciudad de los rascacielos a partir de su interpretación de Bruca Maniguá, una de las canciones que perfectamente encajaba en la ola de afrocubanismo que se estaba viviendo en Nueva York y en el mundo a partir de la utilización de un texto en lengua del congo, así como la utilización de la fuerza rítmica y de la riqueza melódica del antecedente africano.

Miguelito Valdés, «Bruca Maniguá» de Arsenio Rodríguez.

Corría el año 1947 cuando Arsenio visitó por primera vez Nueva York. Miguelito Valdés le había hecho conocer de un doctor que en ese momento se encontraba realizando ciertas cirugías donde había una esperanza de recuperar la visión. Músicos cubanos radicados en la gran ciudad convocaron a un concierto “Un rayito de luz” donde pudieron hacer una colecta de 5.000 dólares y desde Cuba, sus admiradores y bailadores de su música también se reunieron para aumentar los fondos con la esperanza de que Arsenio lograra ver nuevamente. Tristemente, el Dr. Castroviejo nada pudo hacer para cambiar la situación y este estado de desesperanza le trajo la inspiración de una de sus canciones más famosas a nivel mundial “La vida es un sueño”.

Un año después, Arsenio decide radicarse en Nueva York. Comenzó su verdadera etapa de instrumentista. Allí se hizo acompañar de una pequeña banda con la que recorría varias ciudades al año llevando su música, su son, su identidad y su genialidad. Murió a los 57 años en California, como consecuencia de una fuerte neumonía.

El cancionero de Arsenio Rodríguez abarca más de 200 canciones de gran versatilidad. En este catálogo, con gran concentración de sones también se recogen otras canciones de lirismo, (vinculadas quizás con el bolero) guarachas, lamentos congos, entre otras. Muchos intérpretes, tanto nacionales como internacionales, de todas las épocas han mantenido en su repertorio estas canciones por la calidad de su melodismo, de su rítmica y de sus letras.

Benny Moré y Pedro Vargas, “La vida es un sueño” 

El legado de Arsenio Rodríguez a la música cubana es tan vasto y abarcador que no se puede resumir en unas pocas líneas. A partir de la obra de este genial músico matancero, muchos conceptos de nuestra música se redirigieron y se colocaron en función de una expresión totalmente nacional que poco tiempo después, revolucionó también en el ámbito internacional.

Definiciones del son montuno como raíz y género típico cubano; el establecimiento de formatos y sonoridades como el conjunto, con la incorporación del piano y de las tumbadoras; la síntesis y fusión de los rasgos africanos y rurales cubanos en una sincronización única de alto voltaje; la picardía de unos textos cargados de cotidianidad, de humor y de doble sentido, así como el protagonismo del bailador para regir y dimensionar la música, son sólo algunas de las grandes aportaciones de Arsenio a nuestra identidad cultural.

Conocido en Cuba y en el mundo como “El ciego maravilloso”, es hoy Arsenio Rodríguez, una inmensa luz de musicalidad y de amor a todo lo que suene a Cuba.

Arsenio Rodríguez, «Dile a Catalina»

Imagen de cabecera: Arsenio Rodríguez. Foto tomada de www.bronxink.org