Por: Eurídice Losada.
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Sé que en Cuba, y en relación con la información que aportan la mayoría de los trabajos realizados por los musicólogos que conozco y que son importantes, se han abordado y conocido características generales que definen las estructuras tímbricas-armónicas y rítmicas de diferentes géneros; se conocen criterios de organización de estructuras sonoras; se han publicado artículos sobre las modificaciones estructurales y tímbricas que han manifestado a lo largo de la historia diferentes géneros en grupos instrumentales específicos y se han ratificado componentes de herencia histórica a la que los mismos responden. Personalmente reconozco lo meritorio de esa gigante labor investigativa.
Sin embargo ahora, para que el trabajo no se quede en literatura especializada de artículos de revista o premios y distinciones meritorias, hace falta ir a lo particular y singular, y si algo se le está reclamando a la musicología actual es la trascripción analítica de los diferentes momentos que han marcando etapas en los diferentes géneros de la música popular.
Ya hay bastantes artículos y ensayos periodísticos y musicográficos sobre el comportamiento general de algunos géneros de connotada aceptación temporal, no obstante no se encuentra la misma cantidad de artículos y ensayos técnico-teóricos con las transcripciones adecuadas a los diversos instrumentos, que nos muestren en qué radicó el comportamiento específico dentro de un período concreto o que incidieron en una nueva fase de un género en cuestión.
Ver las cosas desde otro punto siempre nos obligará a cuestionarnos nuevos campos donde dirigir nuestra atención. Considero que la fase que debe decididamente comenzarse está reclamando ir a lo particular y singular de cada componente sonoro en los diversos géneros, pues conociendo en detalle y con precisión el modo concreto en que se han ejecutado y se ejecutan los diferentes instrumentos en cada género, conoceremos lo que nos falta… lo cuál no es poco.
Si nos conformamos con lo que hemos hecho hasta ahora. no cabe duda que tenemos mucho más que otros países y casi podríamos decir que “casi todo ya está estudiado y conocido” y esa verdad parcial no nos permite asumir la responsabilidad que como músicos tenemos con un fenómeno que tiene un carácter de identidad tan fuerte que rebasa los marcos de las fronteras cubanas y eso, mi querida amiga, es una seria responsabilidad.
Si desde los criterios que te esgrimo me fuese posible participar nuevamente del proyecto, propondría agrupar los mejores músicos de cada género en su instrumento y les pediría (y les pagaría) para que transcribiesen los modos de ejecución diferentes en que se presentan cada uno dentro de géneros específicos, solicitándoles que reflejasen también –dentro de las características de ejecución- los acentos y la dinámica que poseen diferentes estilos dentro de un mismo género y, lógicamente, señalando los aspectos específicos que distinguen un género de otro. Y si ellos, esos músicos populares que saben hacer bien lo que hacen, no logran organizarlo y reflejarlo académicamente, entonces, ahí está el musicólogo que sí es un excelente organizador y si sabe como presentar un evento musical ordenadamente.
Desde mi modesto punto de vista este será el modo de entregarle al futuro y al presente mediato y –así saldar una deuda con los géneros del pasado- una información que posibilitará no sólo el conocimiento que andamos buscando, sino que –con las propias transcripciones y sus especificaciones sobre cada género y estilo- se podrán proponer ediciones que en su conjunto posibiliten no sólo la difusión teórico-precisa de la música popular cubana, sino el poder (¡al fin!) entrar en la docencia con libros hechos bajo la precisión del intérprete-creador y con el criterio de análisis y comprensión que la buena musicología le añadiría.
Estoy convencida que lo que devenga de un tipo de estudio particular por instrumento se convertiría en un material altamente atractivo no solo para la docencia e información del intérprete, sino para el comercio y mercado musical que sin duda será altamente demandado.
Laura, yo sé que existen las grabaciones –testimonios vivos auditivos- de lo que es la música cubana, eso es algo que la historia presente agradece y mucho más la del futuro, ello es innegable, pero también es incompleto. Ahora falta el trabajo de transcripción y análisis singular y detallado de los componentes técnico-timbricos-teóricos que han marcado diferentes etapas de desarrollo de los géneros en los que existe y se presenta la música popular cubana.
Créeme Laura, esto comienza a ser una deuda con nuestra propia herencia y con lo que debemos entregar a la cultura musical universal en un momento donde la globalización; -que ya había comenzado con el ingenuo disco- ahora viaja por redes satelitales todo lo cual toma unas dimensiones que se escapan al vaticinio de diagnósticos cuyas hipótesis nos es imposible proponer.
Cuando existan los manuales que muestren cómo se toca el bajo, el piano, la flauta, en los diferentes géneros, entonces se conocerán aquellos “secretos componentes” que identifican el fenómeno música popular cubana y… dejarán de serlo; entonces en ese momento respetar el secreto del genio creativo que es en definitiva quién le da vida y diversidad a la música.
Finalmente Laura un principio, y en ello radica mi tranquilidad:
No olvides nunca, y hazle saber a los musicólogos que asuman esta tarea, que hay que acercarse al músico popular para reconocer con respeto lo que éste tiene que enseñarnos, hazle sentir el deber de entregarle la autoría de aquello que es su conocimiento y asumirnos modestamente como los “traductores” de su experiencia, cualquier otra postura es falsa en su alcance y entonces sus resultados seguirán siendo incompletos.
La música popular cubana vive, como toda la música, a través de sus intérpretes y ellos están sometidos a dinámicas donde lo decisivo inclusive no esta en sus voluntades decidirlo.
Como te muestro, para mí se hace evidente que para conocer un fenómeno como el que representa la música popular cubana, habrá que asumirlo desde el embrión más elemental y básico de donde parte la propia música: el instrumento y su intérprete.
Todo lo demás son nuestras teorizaciones, categorizaciones y tecnicismos, que indudablemente nos son muy útiles, (¿si no como sería posible hacerte llegar todo esto?).
Yo me impongo la disciplina de estar alerta para reconocer esos momentos en los que a veces puedo quedar atrapada dentro de especulaciones, categorías y razonamientos muy técnicos y bien fundamentados en donde aparentemente se encuentra la solución a problemas. La realidad es otra, y está fuera de todo nuestro aparato categorial, que realmente nos sirve para estudiar en un buró lo que existe fuera de él.
Y bueno, de acuerdo a mi experiencia, que ya no es poca, sé que a veces lo que aparenta ser más complicado está encerrado en lo más sencillo, tal vez porque creemos escondida y complicada una verdad que sólo está esperando que la descubran y por ello no acabamos de encontrar lo que andamos buscando.
Suerte.
Tu amiga Eurídice
Imagen de cabecera: banda de músicos en Trinidad, Cuba. Foto original: patrizia08 vía www.pixabay.com