Mi querida Laura:
Primero y ante todo no será mi pretensión teorizar sino intentar exponerte, antes de comenzar, la base en que sustento los principios que guían todas mis propuestas e inquietudes en torno, justo, a la categoría que nos apremia: música popular.
Hay algo que debemos reconocer a priori: ambas hemos sido preparadas para operar con categorías y en determinado momento ellas nos atrapan como si en realidad fueran algo concreto sobre lo cual actuar a voluntad, o dentro de las cuales podemos operar, y también orientar o dirigir.
Siguiendo este hilo conductor de pensamiento quiero exponerte cuales principios fundamentan mi postura así como los aspectos que durante un largo período se fueron perfilando con mayor claridad para mí y me colocaron en el espacio donde ahora me encuentro y reconocer ante ti que mucho le debo al haber trabajado durante muchos años (8) con Armando Romeu, pues su bondad de maestro me entregó mucho del conocimiento con el que ahora cuento, y además consolidó mi postura hacia la música popular. Finalmente reconocer ante ti que es gracias a toda la información recogida y acumulada que llego a la conclusión que esgrimo ahora.
Comienzo entonces:
La música popular, cualquiera que sea, es una categoría conceptual que en su aspecto práctico –y teórico- se presenta como una bolsa donde caben demasiadas cosas diferentes y a la vez entrelazadas; estas a su vez son, como producto creativo: fenómeno si lo vemos de un lado; objeto si lo analizamos desde otro lado, pero siempre y en todo caso resultado y consecuencia de un momento histórico preciso, que se puede estar presentando ahora (lo que se escucha en este momento) o aquella que ya es reconocida por la tradición.
Indefectiblemente ambas, presente y tradición, forman parte de nuestros gustos, tendencias y demandas actuales, así como de la memoria y herencia histórica que adquirimos.
Si hasta ahí coincidimos ambas podemos reconocer que la música como fenómeno creativo es -como consecuencia de las reglas y leyes que determinan sobre un contexto histórico concreto-, un subproducto de esa realidad, siendo cierto que la misma responde a la realidad en la que esta sumergida esa sociedad de la cual ella misma es resultado.
Si analizamos lo que ello representa y el modo indiscutiblemente sólido en que la misma (música popular) se manifiesta, se hace fácil entender que no es precisamente posible actuar voluntariamente sobre ella, suponiendo que asumiéndola desde uno de sus modos de expresarse -o de sus géneros más demandados por la sociedad que la consume-, podemos incidir sobre su desarrollo. (Y en este caso haría referencia no sólo a la música popular del presente inmediato sino además seleccionando alguno de los géneros especifico en que la actualidad se mueve).
Considerar la música popular como un fenómeno sobre el cual podemos incidir desde posturas personales o institucionales (aunque sean bien intencionadas) es no tener en cuenta que estamos hablando no sobre algo concreto, sino sobre un concepto y categoría muy abarcadora -y por ello imprecisa- sumergida dentro de los constantes cambios y modificaciones a los que como fenómeno creativo la música popular esta inmersa.
La música popular de cualquier país existe a través de quienes la hacen con sus instrumentos y con su voz, ella vive presente e inmersa en los diversos géneros, entregándonos constantemente presente y tradición, atravesando, a la vez y junto con los propios músicos, la aceptación que una obra o género específico alcanza.
¿Cómo se podría “desarrollar” la música popular -cubana o de cualquier país- concibiendo proyectos para estos jueguen determinado rol e incidan de manera externa en la misma?
Sólo pensar en algo similar nos llevaría a un error elemental con la herencia y tradición del propio fenómeno que estamos enfrentando: música popular, y es que de inmediato nos implicaría priorizar unos géneros sobre otros a partir de una decisión institucionalizada-personalizada.
Esa decisión, -con las mejores intenciones que conlleve- resultaría alejada de la dinámica social en la que cada género se desenvuelve y del cual resulta un producto creativo que da respuesta a necesidades y demandas específicas.
Ahora iremos sobre la música popular cubana.
Laura, mi primer trabajo en la música fue como profesora de piano en 1970 a músicos populares en la Escuela de Superación Profesional «Ignacio Cervantes», con ese primer aval y mis ocho años al lado de Romeu logré acumular; a través de análisis y discusiones (donde no siempre salía con el criterio que había llegado); consideraciones que agrupadas fueron mostrando una conclusión que ahora considero elemental y ello es que, para conocer y entregar un aporte a la música popular cubana –o de cualquier espacio del mundo- en el presente inmediato y del futuro, primero se debe investigar, estudiar y conocer el desenvolvimiento de los géneros a través de la integración y comportamiento de ejecución de los instrumentos que lo componen, analizando y presentado cada instrumento dentro de períodos de tiempo –y de las propias modificaciones y estilo de ejecución locales que cada género presenta- teniendo en cuenta la evolución temporal que el género ha evidenciado en cuestión.
Hay algo de lo que estoy convencida como musicóloga, la música popular con el desarrollo de los medios y de la propia industria musical se desenvuelve mucho más rápidamente de lo que podemos evaluarla y diagnosticarla; ello a su vez ha incidido en que se presente un “mal” que los géneros históricos –ahora tradicionales- no debieron atravesar, producto del desarrollo de la tecnología y los medios masivos: géneros con muy corta vida. Creo que ninguna otra manifestación artística ha soportado este embate y exigencia que los medios y el desarrollo tecnológico le ha implicado a la música.
No obstante tenemos una deuda como investigadores: asumir modos de estudio para preservar y entregar al futuro conclusiones que puedan ser útiles, porque de algo también estamos seguras: le sobrara al futuro el testimonio auditivo.
En fin Laura, hasta aquí no sólo te fundamento el por qué de mi postura hacia los proyectos de desarrollo, o protección u orientaciones directrices hacia la música popular.
(Continuará…)
Imagen de cabecera: banda de músicos en Trinidad, Cuba. Foto original: patrizia08 vía www.pixabay.com