Por: Imilka Fernández.
“Uno de una nueva generación que puede trascender las fronteras musicales a través de la calidad pura”
Periódico EL Guardián (Reino Unido)
Roberto Fonseca, Cuando uno crece.
Ocho discos personales y casi una veintena de colaboraciones en diferentes proyectos discográficos son su mejor carta de presentación. Pero indiscutiblemente su directo mucho ha tenido que ver con el éxito de Roberto Fonseca. Cada año en su agenda aparecen conciertos que se renuevan y otros que se añaden como nuevas plazas a conquistar que, sin dudas, repetirán en la siguiente temporada. Y no es para menos, pues cada una de estas presentaciones son pura vivencia emotiva y al escucharlo se experimenta un deleite que te hace amar la música toda, sin prejuicio y sin condiciones.
Roberto Fonseca representa a la joven generación de músicos cubanos jazzistas que ha alcanzado un éxito indiscutible a nivel internacional. Nació en La Habana en 1975 y creció en un hogar donde la música es parte esencial de la familia. Su padre Roberto Fonseca Senior era baterista y su madre, Mercedes Cortés Alfaro había sido estudiante de danza en Tropicana y después desarrolló una carrera como cantante de coro. De un matrimonio anterior con el jazzista cubano Chucho Valdés, Mercedes tuvo dos hijos, Jesús “Chuchito” y Emilio, el primero es pianista y el segundo es baterista. En sus medios hermanos Fonseca encontró complicidad en su pasión por la música y a través de ellos, la línea primera que lo conectó con el jazz, del soul, del funky y la música americana. Con su padre tiene el vínculo con la religión Yoruba y a través de su madre conoce la música clásica. Según confiesa el propio Roberto en una entrevista, “el haber tenido ese contexto familiar fue la clave y el elemento más importante que yo pude tener en mi vida para llegar a ser quien soy hoy”.
A los 4 años comenzó a tocar la batería y a los 8 entró en la escuela de música a estudiar piano clásico. Tiempo más tarde se dio cuenta que a partir de la música podía expresar sentimientos de una manera especial y empezó su interés por la música popular, la religiosa y el jazz. No obstante, su primera experiencia como músico fue como batería de una banda que versionaba temas de los Beatles.
A partir de los 14 años comenzó a componer y a los 15 años fue una absoluta revelación en el Festival Internacional de Jazz de La Habana. A partir de este momento Fonseca se enfoca en el interés por adentrarse en el conocimiento de diferentes géneros y estilos de la música con la intención de crear un estilo propio integrador de muchos conceptos pero, con una única identidad, la suya.
De esta manera, ha quedado registrado en su trayectoria profesional su participación con cantantes como Augusto Enríquez con quien realizó una importante gira por Italia. Más tarde comparte proyecto con el saxofonista cubano Javier Zalba. Fundan Temperamento, una agrupación que se convirtió en su personal mundo de experimentación y creatividad durante los siguientes 15 años. En el comienzo fue el fruto de esta etapa, un disco que grabó en 1998 y al año siguiente ganó el premio al Mejor Álbum de Jazz en el Festival Cubadisco.
Roberto Fonseca, Javier Zalba y Temperamento, Consumatum est. En «A Todo Jazz» (Cubavisión).
A su primer disco le suceden tres más: Tiene que ver (1999), No limit grabado en Japón en 2000 y Elengó del 2001.
Este mismo año se unió a la orquesta de Ibrahim Ferrer como apoyo del gran pianista Rubén González, quien dos años más tarde fallece y deja a Roberto como arreglista y pianista de la última gira mundial por más de 400 actuaciones por toda Europa, Reino Unido, América del Sur, Australia, Asia y otras regiones del mundo. También Roberto se convierte en coproductor del último disco de Ferrer, Mi sueño: A bolero Sonbook, una colección maravillosa y auténtica de boleros que interpreta Ibrahim Ferrer antes de su fallecimiento en el 2005.
Y fue esta relación con los integrantes del Buena Vista Social Club de las mejores experiencias vividas profesionalmente por el joven pianista. A la ya diversa referencia sonora de Roberto se añadía ahora la línea de la música tradicional desde unos verdaderos exponentes como Ibrahim y Rubén y también desde la perspectiva de músicos instrumentistas destacados en este estilo como Cachaito López, el Guajiro Mirabal, Manuel Galbán, entre otros. Si bien estos grandes profesionales lo introdujeron en la esencia tradicional cubana y reafirmaron en su estilo uno de sus rasgos, también le ofrecieron la oportunidad de experimentar sus ideas de fusión de conceptos y de sonoridades que el joven pianista cautelosamente introducía en sus arreglos y en sus improvisaciones.
Ibrahim Ferrer con Roberto Fonseca, Orlando López, y Manuel Galban, Perfidia.
Después de la muerte del bolerista cubano, Roberto mantiene el contacto con otros integrantes del BVSC como Omara Portuondo y se involucra en giras mundiales y presentaciones donde alterna con músicos importantes de la escena del jazz como Herbie Hanckock, Michael Brecker y Wayne Shorter. También comienza una fértil amistad con el DJ británico Gilles Paterson, muy reconocido por su trabajo con talentos de la música cubana, quien lo incluye en varios de sus proyectos.
Un disco determinante en su carrera fue Zamazú (2007). Para su realización Roberto invitó a músicos de diferentes estilos como Carlinhos Brown, Javier Zalba, Vicente Amigo, Omara Portuondo, Ramsés Rodríguez, entre otros. Con este proyecto el nombre de Roberto Fonseca salta a la escena internacional con absoluto dominio de un lenguaje que cautiva a la audiencia selectiva de festivales internacionales de jazz por todo el mundo.
Llegan otros discos Gracias de Omara Portuondo, con el que recibió un Grammy Latino al Mejor Álbum Tropical Contemporáneo en el 2009, y Akokán con un formato pequeño de cuarteto con inclusiones de la artista caboverdiana Mayra Andrade y el guitarrista americano Raúl Midón. En el 2010 organizó y coprodujo junto a Gilles Peterson un doble álbum Havana Cultura donde participaron más de 60 músicos cubanos especializados en ritmos de afro-jazz, hip-hop, funk, reggaetón y en rhythm and blue añaden a la lista otros proyectos como Yo (2012) un álbum lleno de contrastes y de color con sonoridades contemporáneas electrónicas que se mezclan con sonidos de instrumentos acústicos y cantos autóctonos de África.
Roberto Fonseca, Bibisa.
Su último trabajo discográfico lo realiza junto a una de las figuras más reveladoras del momento, la cantante de Mali Fatoumata Diawara, At Home.
Fatoumata Diawara & Roberto Fonseca, Sowa.
En la música de Roberto Fonseca, África se muestra como una de sus grandes pasiones. Si bien la conexión con la raza, con la religión y lo que recibe como herencia directa está en su esencia como hombre, la diversidad y el contraste de colores, de imágenes musicales, de sonidos y la posibilidad de fusionar géneros, estilos y ritmos le ofrecen un universo amplio, maravilloso y aunque parece trillado, porque muchos jazzistas han trabajado el elemento africano, África ha demostrado que su cultura y su música es tan poderosa como extensa.
Actualmente, y como parte de este concepto integrador, de fusión y de experimentación Roberto tiene un trabajo exquisito junto a músicos e intérpretes africanos como Baba Sissoko, Sekou Houyate y Fatoumata Diawara.
Roberto Fonseca y Baba Sissoko, 7 Rayos.
Sin dudas, Roberto destila música por doquier. Tiene un don especial para conectar con el auditorio a través del sonido de su piano. La expresión de su cara lo dice todo cuando toca, está complacido y se deleita con el resultado. Hay mucho talento y creatividad en su música y en cada improvisación, el instrumento no le pone límite y el estilo tampoco, eso lo hace libre de decir cuánto quiere y como quiere a través de su arte, es Roberto Fonseca.
Roberto Fonseca y su grupo. Festival Jazz in Marciac (2012).
Fuentes:
Imagen de cabecera: Roberto Fonseca. Foto vía www.robertofonseca.com