Si de géneros musicales se trata… La Habanera

El siglo XIX fue la época en que se consolidaron los primeros rasgos de cubanía en la música. La preferencia por determinados ritmos y giros melódicos que acabaron por ser típicos en el baile y la danza, fue compartida simultáneamente por todas las esferas sociales y se reflejó en las canciones más popularizadas. Piezas bailables creadas a lo largo del siglo, de fuerte arraigo popular, fueron portadoras de especies dentro de la canción que se expresaron en los dos órdenes: el baile y el canto; mientras que otras en su desarrollo se alejaron de sus orígenes danzarios y quedaron sujetas a sola función del canto. Algunos de los géneros vocales más conocidos de la canción cubana fueron originalmente bailables como el bolero, la habanera y la guaracha, a esto se debe quizás la dependencia de estas canciones a un ritmo sistematizado.

La Habanera es uno de los ritmos cubanos más internacionales. Sus orígenes se remontan a los primeros años de la centuria decimonónica, aunque algunos investigadores plantean sus inicios hacia finales del 1700 y se relaciona con la coexistencia de guarachas y contradanzas. El desarrollo de este género estuvo vinculado a la creciente incorporación de ritmos emanados de lo folclórico popular, la fuente generatriz de ello se encontró en la proliferación de danzas criollas y contradanzas en el medio urbano. Una de las características que tenían estas “danzas habaneras” era que contenían una melodía y un texto ejecutados a las distintas figuras y ritmos y que a su vez eran entonados por los bailadores a viva voz. (1) Muchas de estas piezas bailables adquirieron un gran lirismo en sus melodías y eran susceptibles de ser cantadas. Una buena parte de ellas admitieron un texto y se insertaron en lo cantable, perdiendo así su función dentro del baile.

El tan frecuente bajo de habanera pasó a ser el elemento estilístico del cual se derivó un amplio repertorio de canto llegado hasta nuestros días. Numerosas obras adquirieron de las canciones románticas su aire y carácter, estableciéndose la habanera como especie típica dentro de la canción cubana.

César Carazo, tenor. Noemí Mazoy, soprano. Axivil criollo. Felipe Sánchez, director. “El arreglito” de Sebastián Yradier (1809-1865). 

Referencias históricas demuestran la existencia de habaneras desde los primeros años del XIX. Sebastian Yradier, compositor español que residió durante una temporada en Cuba en la primera mitad del siglo, se inspiró en el ritmo lánguido de la habanera para escribir todo un repertorio dedicado a este género en el que trascendieron por su popularidad la “canción española” La Paloma y El arreglito, utilizada por Bizet en su ópera Carmen. Según Zoila Lapique en su libro Música Colonial Cubana, la primera habanera impresa está fechada en 1842, publicada en el periódico habanero La Prensa, titulada El amor en el baile, quizá uno de los primeros ejemplos editados en Cuba de este género ya independiente del baile. (2)

Esta importante manifestación vocal no solo tuvo vida dentro de las fiestas populares cubanas, sino que también fue cultivada en los salones criollos por destacados compositores cuya mayor producción musical estaba vinculada a la música profesional. El género no tardó en universalizarse y alcanzó una expresión superior en la obra de muchos autores que llevaron la habanera a las salas de concierto. La interpretación de habaneras en Cuba estuvo muy relacionada a los predios salonescos. Este tipo de canción no perdió su esencia de carácter popular sino que fue enriquecida por nuevas formas de elaboración que le impregnaron un sello de marcado lirismo.

Manuel Penella, «Todas las mañanitas» de Don Gil de Alcalá

Las habaneras consolidaron su desarrollo y expansión hacia mediados del siglo XIX, se le reconoció en el extranjero con distintos nombres: tango, tango americano, canción americana. El nombre de habanera deriva del reconocimiento de la procedencia de estas canciones.

Uno de los factores importantes que contribuyeron a la expansión de la habanera fue sin duda la zarzuela, principalmente la zarzuela española, pues muchos de los compositores que se dedicaron a este género incluyeron habaneras en sus zarzuelas. Las compañías que visitaban la Isla probaban sus éxitos en las principales plazas teatrales cubanas impregnándose de todo el acontecer musical existente y luego recorrían el resto del continente americano, convirtiéndose en una fuente directa de difusión de la habanera.

La Habanera fue incorporada con éxito en la música lírica y fue recibida por “muchos autores cubanos que realizaron obras de temas, personajes y música nacionales, apareciendo habaneras de Valenzuela (La mulata Rosa); Ignacio Cervantes (El submarino); Manuel Pérez de la Presa (Los Saltimbanquis); José Marín Varona (El hijo del Camagüey) y en el siglo XX Ernesto Lecuona (La Plaza de la Catedral). Además Jorge Anckermann compuso la habanera Flor del Yumurí” (3). El compositor cubano que mayor cantidad de habaneras creó fue Eduardo Sánchez de Fuentes y logró trascender las fronteras de Cuba con la más popular de las habaneras cubanas que se conocen compuesta en 1892.

Manolo Álvarez Mera, «» de Eduardo Sánchez de Fuentes

La música de concierto internacional atesora páginas de habaneras recogidas en la obra de relevantes compositores como la ya mencionada Habanera de la ópera Carmen de Bizet, Habanera para piano de Chabrier (1895), La puerta del vino o La soirée dans Granada de Claude Debussy, Habanera para dos pianos de Maurice Ravel, orquestada e incluida en su Rapsodia española, o su Vocaliso, en forma de habanera, /…/ también Jules Massenet, Gabriel Fauré, Saint-Saëns, Edouard Laló. Así como los españoles Isaac Albéniz, Manuel de Falla, Enrique Granados, Xavier Montsalvatge y la mayoría de compositores de zarzuelas. (4)

«La soirée dans Granada» de Claude Debussy

La Habanera en Cuba cayó en deshuso con el auge de otros géneros como el bolero, en la actualidad se realiza un Festival de Habaneras en La Habana donde a través de concursos de composición se pretende dar nueva vida a este género. Por el contrario, se convirtió en un tipo de canción muy arraigada en España a partir del constante flujo de inmigrantes españoles llamados indianos que regresaron de “hacer las américas” y en sus maletas no solo regresaron sus pertenencias, también la nostalgia de sus canciones. Muchos son los festivales que se realizan cada año a lo largo de la geografía española dedicados al género: Cataluña, Torrevieja, Valladolid… donde cada año renace la Habanera.

María Dolores Pradera y Carlos Cano, «Habaneras de Sevilla» de Carlos Cano y Antonio Burgos

Referencias:

Fuentes:

Imagen de cabecera: Ilustración Álbum pintoresco de la isla de Cuba (Berlín, 1859) Storch & Kramer. Biblioteca Houghton de la Universidad de Harvard. Vía www.commons.wikimedia.org

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