Por: Lic. Eurydice Losada Ambrioso.
La lectura musical es una de las asignaturas que causan mayor rechazo en el alumnado debido a que los métodos heredados, a pesar de los intentos que esporádicamente aparecen para modificarlos, no logran resolver las dificultades que plantea la asignatura de una manera más asertiva, en este modo el proceso de comprensión y conocimiento se efectúa, casi siempre, de manera imprecisa y lenta.
A pesar de los años recorridos en el desarrollo del pensamiento musical, hay que reconocer que la lectura musical presenta dificultades obvias en su proceso de comprensión y aprendizaje debido al alto nivel de abstracción que implica la asociación, compresión y utilidad práctica de todos los símbolos y signos establecidos para la grafía musical (figuras musicales, ubicación gráfica y precisa de la alturas en el pentagrama con relación al instrumento estudiado, claves, figuras, relaciones de valores, alteraciones, pulso métrico, etc.)
Durante el recién pasado siglo, dentro de muy diversas especialidades, la pedagogía asumió una postura de análisis y revisión en muy diversas disciplinas que incidieron favorablemente sobre nuevos métodos de aprendizaje y facilitaron niveles más asequibles y comprensibles al conocimiento y razonamiento en cada disciplina. No obstante, la lectura musical -en esencia- se sigue enseñando a través de procedimientos didácticos ligados a la más antigua tradición académica, lo cual implica admitir determinadas abstracciones como verdades (o dogmas) como el único medio de introducirse en la asignatura y solo de esa manera acercarse al instrumento elegido, que es la motivación principal de quién decide estudiar música.
Como resultado la lectura musical se convierte en una asignatura o disciplina rechazada por casi la mayoría del alumnado que no logran asociarla con el agrado de aprender a tocar el instrumento seleccionado y, de acuerdo a los déficit que no resuelve la misma, se le entrega a la práctica auditiva y memoria musical que orientan por ejercitación en el propio instrumento lo que le correspondía a la lectura musical como asignatura.
Han sido estas dificultades obvias de la lectura musical las que me motivaron e indujeron analizar como profesora las dificultades objetivas y subjetivas que presenta la lectura musical, las cuáles posteriormente me introdujeron en el conocimiento y posterior experimentación de algunos procesos de la teoría del conocimiento y leyes de pensamiento dentro de la enseñanza de la asignatura.
El objetivo se centra en encontrar un camino que pudiera garantizar que la asignatura fuese asumida con mayor nivel de comprensión y de agrado, a la vez de permitir arribar a un juicio que mostrara, de algún modo, el por qué del rechazo histórico hacia esta asignatura dentro de cualquier conservatorio.
Hay un principio elemental que hay que asumir: la música es un fenómeno concreto y objetivo en el momento preciso que se percibe como sensación sonora. Todo lo que es reflejado a través de la escritura: lectura, teoría musical, armonía o una partitura cualquiera, se logra asumir como música a través de la comprensión y el conocimiento de los códigos y símbolos creados para fijar y trasmitir lo que percibido auditivamente podemos reconocer como lo que es: Música (Sonido Organizado).
Para cualquier alumno que entra en su primera clase de lectura musical, el pentagrama, las claves, las líneas adicionales, las figuras, los compases, representan piezas de un rompecabezas que mucho tardan en poder integrar coherentemente y hay que aceptar que la representación de los diversos componentes de la grafía musical contienen siglos de discernimiento sobre el pensamiento musical.
Para aplicar los procesos de conocimiento y de pensamiento a la enseñanza de la lectura musical sería importante orientar la experiencia auditiva hacia el reconocimiento de las dos cualidades elementales del sonido: altura (que fue la primera característica del sonido para la cuál el pensamiento musical creó y desarrolló diferentes símbolos) y duración, (siendo esta característica la que históricamente tardó más tiempo en ganar precisión).
La experiencia acumulada me confirma que empezar a colocar intervalos en un pentagrama sin clave no sólo facilita la ubicación visual de éstos en el pentagrama sino que posibilita la comprensión visual de los movimientos ascendente y descendente tan importantes para la lectura musical en cualquier instrumento, ya que la lectura (el reconocimiento del código) debe integrar nombre de la nota y altura precisa en que debe provocarse el sonido. O sea, que el alumno logre en ese proceso reconocer nombre de la nota y altura precisa en que el sonido se debe efectuar.
Dentro de estas primeras dificultades – y si los alumnos poseen ya un desarrollo en su pensamiento abstracto-, será importante aprender los nombres de intervalos sencillos ascendentes y descendentes como tablas, (tal y como lo exige la aritmética con los productos de las operaciones elementales, sumar, restar, multiplicar etc.). Este tipo de ejercicio para la llamada memoria mecánica, es tan útil como los productos para la aritmética y su fundamento es que el dato interiorizado, bien aprendido y organizado posibilita agilizar algunos procesos de pensamiento que logran una mayor precisión del pensamiento asociativo, todo lo cual facilita operaciones posteriores que requieren mayores complejidades.
Hasta este momento el camino recorrido integra el reconocimiento de un solo aspecto concreto del sonido, el referente a las alturas y a la necesidad de objetivarlos de alguna manera, es decir, se comenzó proponiendo “crear” un medio de graficar y se fue mostrando la utilidad del pentagrama, las líneas adicionales, las notas, así como presentando las claves como el componente que multiplica la utilidad del pentagrama.
Aún queda otro componente muy importante del sonido: la duración y esta tiene en el reloj un reflejo ideal para capturar la duración del tiempo. A través del “tic tac” la objetividad de una duración es un proceso que alumno aprisiona con gran facilidad una vez que sugerimos que cada “tic tac” representa una duración y que este puede diversificarse (cada tic tac es una negra que a su vez pueden multiplicarse en duraciones más pequeñas dentro de un solo “tic” o “tac”), requerir de los dos momentos (“tic-tac”) o, tal vez, sonidos que tengan una duración mayor.
Hay un principio básico y esencial en este procedimiento y es la comprensión de que el único valor invariable y permanente que poseen las figuras musicales establecidas es que cada una de las figuras es el doble de la que le sigue en orden y la mitad de la que la antecede.
La comprensión de los compases requiere que el alumno conozca los llamados productos fraccionados (numerador y denominador), pero en caso que este conocimiento previo no se posea, el haber inducido la lectura de figuras y sus valores duplicados a través del “tic-tac” habrá posibilitado que el alumno reconozca y logre ordenar auditivamente los valores de las duraciones musicales más simples: blanca, negra, corchea y semicorchea. Ello a su vez permite que pueda leer y asumir sus primeros dictados rítmicos, sin aun comprender el orden y la utilidad de los compases.
No cabe duda que una de las complejidades esenciales para la organización de la grafía musical en cualquier obra es el compás. Este símbolo regulador de ritmo y medida requiere de su propia explicación y comprensión, no sólo por lo que implica para la distribución de los valores, sino por lo que significa para la propia organización rítmica interna del pulso musical, así como el aprendizaje de los diversos esquemas de dirección que cada compás conlleva.
Enseñar a integrar y desintegrar los componentes del lenguaje musical permite preparar al alumno para los procesos superiores de conocimiento teórico y además posibilita que pueda reconocer en cual de los componentes se le presentan -a él individualmente-, las dificultades a vencer. Es en el reconocimiento y organización de estos procesos de pensamiento y conocimiento que se efectúa el aprendizaje lógico y racional de los símbolos de la grafía musical, los que a su vez, le entregan al alumno el modo de asumir y discernir las complejidades de cada lección a vencer.
El cuidado en exponer el orden en que se pueden presentar los símbolos de la grafía musical, los que tienen que ver con la altura y los que tienen que ver con la duración (y que se puede empezar con uno o con otro de acuerdo a la elección del profesor), pueden parecer un proceso de aprendizaje más lento, pero en realidad no lo es. Tal vez el método tradicional de mostrar en una pieza sencilla toda la complejidad que encierra la lectura musical pueda parecer más práctico y rápido, pero no cabe duda que la escasez de buenos lectores -que no obstante tocan sus instrumentos- nos mantiene con la inquietud de que la lectura y teoría musical son los “puntos dolorosos” de la enseñanza de la música.
Lo difícil de intentar desde el principio la comprensión de los símbolos que grafican el sonido musical: alturas, duraciones, compás, clave, etc. dentro de una lección -por simple que la misma sea-, no solo se hace complejo, sino que desorienta sobre el modo de resolver las complejidades que las mismas representan, e igualmente el alumno no se encuentra capacitado para diferenciar y reconocer las dificultades implícitas en cada lección.
Es cierto que todos aprendimos la lectura y teoría musical de una manera específica de acuerdo a la tradición y también es cierto que enseñando del mismo modo nos convertimos en los mismos profesores de la asignatura por la que en algún momento sentimos rechazo.
La música se nos hace familiar porque forma parte de nuestro propio entorno, establecemos contacto con ella desde nuestro propio e individual proceso de crecimiento y de apropiación de la cultura a la que pertenecemos; no obstante, una partitura y el propio estudio de las diferentes disciplinas musicales –que empiezan justamente con la lectura y teoría de la música-, son el resultado de muchos siglos de pensamiento musical teórico e histórico para que este arte que amamos se plasme, se estudie, se desarrolle y se trasmita con la veracidad que le han determinado sus creadores.
Ir desde la observación de lo concreto (experiencia auditiva) al reconocimiento, discernimiento, diferenciación, asociación e integración de los símbolos diversos de la grafía musical, se hace importante para que el alumno, desde el inicio, asuma la lectura y teoría de la música como lo que es: el recurso que le permitirá llegar a la obra que gusta y que es conocida y que seguramente está deseoso de interpretar.
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