Arturo O’Farrill: de tal palo, tal astilla

Aunque nacido en México y transcurrida su niñez en los Estados Unidos, Arturo O’Farrill mantiene su conexión con Cuba. Un vínculo que estableció su padre desde la década del 40 y que él se ha encargado de fortalecer y de enriquecer con excelencia y sabiduría. Arturo recibe la herencia de su padre por algo más que la sangre, su interés por la música, su gusto por las grandes orquestaciones, su inmersión en el jazz y en la esencia de lo afrocubano reafirman en este caso, el antiguo refrán… «De tal palo, tal astilla.»

UN POCO DE HISTORIA FAMILIAR

Su padre es Arturo «Chico» O’Farrill, (1921-2001) conocido en la historia de la música como el arquitecto del jazz afrocubano. Tocaba la trompeta y recibía clases de composición y armonía de otro grande de la música cubana, Félix Guerrero. Más tarde continuaría sus estudios en Nueva York con Bernard Wagennar, Stephan Wolpe y Hal Overton. En 1947, después de haber adquirido una amplia experiencia como compositor y arreglista de varias orquestas habaneras, decide instalarse en Nueva York para abrirse camino como arreglista.

Y resultó ser la llegada de Chico O’Farrill a los Estados Unidos uno de los aciertos más relevantes de la historia de la música, tanto para la música americana como para la cubana. Pues su música es quizás, el testimonio más fiel del nacimiento del jazz afrocubano. Sus extensas partituras, trabajadas minuciosamente para los formatos de Big Band reflejan de manera inteligente y virtuosa la capacidad de fusión de los rasgos afrocubanos con el jazz de su tiempo. Son estas amplias partituras, no sólo por la cantidad de músicos que intervienen, sino por la longitud de su música, como el pensar en grande a formatos más pequeños usuales de aquella época. A través de obras como Three Afrocuban Jazz Moods (1970) o Suite Tanga (escrita en 1992 para su amigo y colega cubano Mario Bauzá), que la estructura se magnifica y la fusión de los estilos alcanza niveles más sofisticados al estilo de las Big Band norteamericanas.

Trumpet Fantasy (1995) dedicada a Wynton Marsalis

Arturo «Chico» O’Farrill muere en 2001 en Nueva York. Su hijo es el continuador de esta línea de la música norteamericana que parece no rendirse nunca al olvido. El formato de grandes bandas, como es conocido, requiere de un trabajo intelectual, laborioso y evidentemente, tiene menos posibilidades de contratación. Sin embargo, ninguna de estas razones han hecho desistir a Arturo O’Farrill hijo de su propósito.

UN O’FARRILL CON NOMBRE PROPIO

Arturo O’Farrill cursó estudios en prestigiosos centros norteamericanos como Manhattan School of Music, Brooklyn College Conservatory, y el Aaron Copland School of Music. Desde muy joven fue un ferviente admirador de la música del jazz contemporáneo representado en la figura de Chick Corea. En sus inicios, fue contratado por Carla Bley, una conocida pianista, organista jazzista en cuya agrupación permaneció durante casi tres años. Posteriormente trabaja como pianista ocasional con Dizzy Gillespie, Howard Johnson, Steve Tyrre y Lester Bowie y en 1987 trabaja como director musical de Harry Belafonte.

A comienzos de la década de los ’90, se interesa por la música de raíces latinas y de la mano del bajista Andy González se adentra en la historia del piano en la música latina. Poco tiempo después se une a su padre, ya frágil de salud y, al conocer la difícil situación de contratación de los músicos, es cuando Arturo interviene en nombre de su padre para crear la Chico O’Farrill Afro-Cuban Jazz Orchestra para poder preservar la obra de su padre. En 1995, Arturo es el pianista y director musical de la agrupación. Cuando su padre muere en el 2001, se convierte en el director general de la orquesta. Posteriormente y a petición de Wynton Marsalis, director de programa del Lincoln Center, O’Farrill crea en el año 2002 la Afro Latin Jazz Orchestra (ALJO) para la interpretación de obras del género latino y del jazz afrocubano.

Cabe destacar que este compositor, arreglista, maestro y director de grandes proyectos, también ha desarrollado una excelente carrera como pianista, teniendo en su haber un amplio repertorio con mucho trabajo realizado a manera de descargas de jazz.

Black Orpheus del álbum Jazz Express Presents Latin Jazz.

Actualmente, Arturo O’Farrill es uno de los mejores músicos exponentes del jazz afrocubano. Sus reiteradas nominaciones a los premios Grammys con sus álbums Una noche inolvidable (2006), 40 Acres and a Burro (2011) y en esta última edición 2015 de la Academia, The offense of the Drums (2014), son acreedoras del reconocimiento a la calidad de su trabajo. El premio lo consigue en el año 2008 con el disco Song for Chico.

LA HERENCIA MUSICAL

Siguiendo la línea estilística de su padre, Arturo O’ Farrill trabaja los géneros cubanos aunque de una manera un poco más influenciada por el lenguaje del jazz contemporáneo y también hereda sus virtuosas y ampulosas orquestaciones, utilizando una línea de instrumentos percusivos más amplia que la que utilizaba Chico en sus obras. A diferencia de su padre, en su estilo adiciona otros ritmos y géneros de la música folclórica y popular de otros países de América Latina tales como Colombia, Perú, Haití, México, Brasil, entre otros. Su música es de gran variedad y riqueza, además del diverso repertorio que ha logrado realizar con esta gran agrupación Afro Latin Jazz Orchestra. O’Farrill es un auténtico y activo defensor de expresiones enraizadas y convertidas en tradición en estos países de América.

En el año 2010 Arturo decide dar un viaje a Cuba, en el marco de la 26º edición del Festival de Jazz de La Habana con el objetivo de regresar al país el legado musical de su padre. Tuvo la oportunidad de presentarse al público habanero con su Big Band, alcanzando un éxito notable.

Mercado en Domingo – Arturo O’Farrill & The Afro Latin Jazz Orchestra

Fuentes:

Imagen de cabecera: Arturo O'Farrill. Foto de Afro Latin Jazz Alliance Facebook page

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