Miguelito Valdés: Mr. Babalú, grande entre los grandes

Fue Miguelito Valdés un destacado embajador de la música afrocubana alrededor del mundo. Su carisma y potente voz de tenor, resultaron ser sus atributos más distintivos. El ser amigo de sus amigos y defensor de sus raíces lo mantuvieron relacionados con la Cuba Tradicional de Arsenio Rodríguez y con la Cuba Negra de Chano Pozo. Mulato de origen, dueño de la rumba de solar y del son tradicional, irrumpió con éxito en la escena norteamericana a mediados de la década de los ’40 llevando toda su esencia a gran escala internacional. Y es que Miguelito Valdés fue para el mundo de aquel entonces, sinónimo de mezcla y de una simpatía singular. Su Babalú sigue sonando con un poderoso espíritu de reclamo de la raza y con una energía mística que le valieron para que trascendiera en la historia con este sobrenombre, Mr. Babalú.

Miguelito Valdés. «Babalú» de Margarita Lecuona.

Nació el 6 de septiembre de 1912 en el populoso barrio de Belén en la Habana Vieja. Fue bautizado con cinco nombres Miguel Ángel Eugenio Lázaro Zacarías Izquierdo Valdés y Hernández. Su padre era español y su madre era natural de Yucatán, México. En extrema humildad fue criado junto a sus cinco hermanos en el barrio de Cayo Hueso, reconocida cuna de rumberos y de soneros, donde conoce a Chano Pozo en los toques de santo y de rumba que se organizaban en el solar África cerca de su casa.

Desde niño aprendió los oficios de mecánica y chapistería para ayudar a su madre en el sustento de sus hermanos y también incursionó en -quizás- el deporte más popular de su tiempo, el boxeo. Un año después, en 1927, abandonó esta práctica y se vinculó directamente a la música, comenzando con el Sexteto Habanero Juvenil donde tocaba varios instrumentos, guitarra, contrabajo, tres, maracas y también cantaba, y un tiempo más tarde, bajo la asesoría de María Teresa Vera, entra como corista en el Sexteto Occidente donde conoce a Frank Grillo «Machito», que era la voz prima de la agrupación.

A partir de 1931, se registra el paso de Miguelito Valdés por varias agrupaciones cubanas como el Sexteto Los jóvenes del Cayo o la orquesta típica Gris, entre otras. En 1933 viaja a Panamá con la Orquesta de los Hermanos Fernández y allí se establece durante tres años.

A su regreso a La Habana, integra la Orquesta de los Hermanos Castro, la primera big band de la isla y en ella empezó a destacarse por su estilo personal y auténtico. En el 37 forma parte de uno de los proyectos más importantes de aquel entonces, la Orquesta Casino de la Playa, con la que dejó registrada más de 70 grabaciones y grandes éxitos que se hicieron populares en su voz, como Bruca Maniguá y Ben acá Tomá de Arsenio Rodríguez. Con esta orquesta viajó a varios países de Centro América y se presentaba en las más prestigiosas salas y teatros. La fama de Miguelito Valdés, el único mulato de la orquesta, estaba siendo reconocida por su estilo personal, sus virtudes vocales y su talento especial para interpretar el género afro. Esta fama se cristalizaría poco tiempo después en 1939 con la grabación de Babalú, tema de Margarita Lecuona. El éxito de esta canción le hizo dar la vuelta a América y también llegó a Nueva York donde entraba con paso firme como parte de la ola influenciada de la música afrocubana que allí triunfaba.

Orquesta Casino de la Playa con Miguelito Valdés. «Bruca Maniguá«. 

En 1940 decide viajar a Los Estados Unidos. Allí se encuentra con viejos amigos como Machito y con otros conocidos de renombre como Xaviert Cugat, con cuya orquesta trabaja durante dos años y donde su prestigio crece en la escena newyorkina. Con esta agrupación deja registradas varias grabaciones de temas de autoría cubana, Chano y Arsenio son los compositores más recurridos. En 1942, Miguelito comienza a realizar grabaciones para la orquesta de Machito y sus Afrocubanos donde ya es reconocido como figura. Un año después regresa a Cuba por un contrato con la emisora Cadena Azul y en poco tiempo se establece en México participando en shows, teatros y cabarets. Allí, el auge de la cinematografía y la moda por la preferencia afrocubana, le dieron participación en 12 películas.

Entre idas y venidas de Nueva York a Los Ángeles y La Habana, transcurrieron los años del 44 al 47. Este último año se conecta en Nueva York con Chano Pozo Olga Guillot, cantante cubana que había traído desde La Habana y con la que comenzó a realizar presentaciones conjuntas hasta que Dizzy Gillespie capturó la figura del percusionista cubano.

En 1948 forma su propia orquesta. Con ella graba 22 temas arreglados por Pérez Prado, Chico O’Farrill y René Hernández, aunque también nos regaló temas de su propia autoría, como este tema dedicado a su amigo Chano Pozo.

Miguelito Valdés. «Murió Chano Pozo«.

Durante todo este tiempo se mantuvo realizando grabaciones como figura invitada en importantes agrupaciones dirigidas por René Touzet, Chico O’Farrill, Noro Morales y en La Habana con la Sonora Matancera en 1951.

En 1955 disuelve su orquesta por problemas administrativos y comienza una nueva etapa de artista solitario presentándose en diferentes ciudades ya visitadas como México y La Habana, con algunos momentos de revitalización de su música y estilo. Panamá fue una de las plazas conquistadas en el ocaso de su carrera y ya finalmente recibe un contrato desde Colombia donde lo sorprende la muerte en plena actuación.

Como parte de su actitud triunfante en el mundo internacional del espectáculo, Miguelito Valdés fue el promotor desinteresado de muchos artistas cubanos a los que ayudó a alcanzar el éxito, Olga Guillot, Chano Pozo, Arsenio Rodríguez, entre algunos más. En su amplio repertorio le cantaba a los compositores cubanos en primera persona para dar testimonio de la calidad de estas obras. En su historia personal se recogen otras acciones que develan su nobleza y lealtad a la amistad como cuando pagó el sepelio de Chano Pozo o la campaña donde contribuyó y motivó a Arsenio Rodríguez en su intento por devolverle la visión.

Además de ser un multi-instrumentista empírico, también se destaca en su carrera musical un amplio catálogo de obras que abarcan boleros, congas, comparsas y temas que alcanzaron alta popularidad.

Miguelito Valdés con la Orquesta Casino de la Playa. «Dolor cobarde«

Sin lugar a dudas, Miguelito Valdés es el iniciador de una vertiente importante del canto afrocubano en la música cubana. Su gracia y simpatía abrieron el camino a varios cantantes y músicos posteriores a él que abrazaron esta corriente para demostrar la rica esencia de esta raíz, que además de música, evoca creencias y una profunda sentimentalidad. La riqueza de su rítmica, la utilización de sonidos casi guturales provocados en sus improvisaciones, la expresión de su rostro y la desinhibición de su gestualidad, nos hablan de su compromiso con la raza y la tradición.

Miguelito Valdés, un cubano bien rumbero, amante del son y del tambor. Santero por devoción y cantante por designio, es uno de los legados más firmemente demostrados de la música cubana que recorre el mundo.

Miguelito Valdés con La Sonora Matancera. «Se formó el rumbón«

 

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Imagen de cabecera: Miguelito Valdés. Foto tomada de Youtube