Frank Grillo «Machito»: de los verdaderos precursores de la influencia cubana en el jazz

Parece sencillo, pero no lo es.

Escuchemos con atención:

Machito y sus Afrocubanos, «Nagüe»

¿Quién se atreve a pronunciar palabra después de haber escuchado, con detenimiento, una grabación como ésta? La música convence por sí misma, pero no siempre lo explica todo. Su contexto, su influencia y su repercusión son valoraciones que se hacen desde la distancia y con el cursar del tiempo. Nagüe es sólo una de las más de 50 producciones que realizara Machito a lo largo de su carrera profesional, temas que le dieron la vuelta al mundo, lo llenaron de color, de ritmo, de diversidad y de una sonoridad que se ha enriquecido y expandido, llevando un sello único: Cuba.

Fue Francisco Grillo Gutiérrez, “Machito” (19012-1984) uno de los responsables de que se hayan mezclado exitosamente rasgos, géneros y formas de hacer entre expresiones musicales de distinta naturaleza. Su música es testimonio vívido de un proceso de fusión y consolidación que revolucionó la sonoridad de la música en los Estados Unidos en la década de los ’40. Experimentos practicados por músicos de alta calidad en condición de inmigrantes, tomaron forma y esencia hasta dar con la conceptualización de nuevos estilos derivados directamente del jazz: cubop, jazz afrocubano o jazz latino.

Machito y sus Afrocubanos, «El eco del tambor» 

Desde finales de los años 20, la inmigración de músicos cubanos a la ciudad de Nueva York se hace cada vez más frecuente y con mayor intensidad. Muchos se aventuraban en busca de posibilidades de trabajo en las orquestas latinas que proliferaban por la zona, otros, esperanzados, llegaban a la convulsa ciudad con la esperanza de conseguir éxito.

Machito llegó a Nueva York en 1937 después de haber alcanzado una amplia experiencia con cantantes como María Teresa Vera, Abelardo Barroso y también junto al trompetista Mario Bauzá en agrupaciones de sextetos que interpretaban sones, guarachas y canción trovadoresca.

Ya establecido en la ciudad de los rascacielos, graba con el Cuarteto Caney, con orquestas como la de Xavier Cugat, Noro Morales, entre otras. En 1940 funda su propia agrupación, Machito y sus Afrocubanos y al siguiente año Mario Bauzá, su cuñado, forma parte de la banda como trompetista, saxofonista y arreglista hasta 1976. Bauzá, se había establecido en Nueva York desde 1930 y había adquirido un alto prestigio como instrumentista de jazz y como arreglista al trabajar en bandas de alto nivel. También había realizado grabaciones con músicos de la talla de Noble Sissle, Cab Caloway, Don Redman, Fletcher Andersen, entre otros.

Es este binomio Machito-Bauza la relación perfecta, y es Machito y sus Afrocubanos el formato idóneo para cristalizar las ideas de la fusión entre el jazz y la música cubana. Desde el conocimiento profundo del jazz y de la savia de los géneros tradicionales cubanos se realiza esta feliz unión, una relación que permite la mezcla sin perder la esencia de cada expresión. Ellos tuvieron el cuidado de mantener el formato de las bandas de swing de esa época, bandas que requerían de orquestaciones bien elaboradas y de ensayos de las secciones de gran rigor profesional. Insertaron un set de percusión más amplio y en las temáticas de sus canciones utilizaban palabras de gran carga rítmica que se acentuaba con la utilización de vocablos que reafirmaban la pertenencia a mundos distintos, de procedencia africana, impregnados en Cuba.

Mucho tuvieron que ver Rafael Hernández, el pianista cubano que también formó parte de la orquesta de Machito y la voz femenina de su hermana Graciela que se incorporó poco tiempo más tarde. Machito y sus Afrocubanos fue una de las orquestas que mayor prestigio alcanzó en el público norteamericano de aquel momento y especialmente entre destacados músicos que aprovechaban la poderosa banda para seguir experimentando y darle riendas sueltas a la creación. Había entrado con éxito al mundo la sonoridad cubana.

Machito y su hermana Graciela, «Changó Ta’ Bení» 

Mucho queda por decir de Frank Grillo y de su legado a la música universal, legado que probablemente nació desde el sentir inquieto de un talentoso músico emigrante que quería reconocer, en su nuevo entorno, códigos que lo identificaran y le dieran sentido de pertenencia. Sin lugar a dudas, lo que pudo haber surgido desde la experimentación rápidamente se convirtió en un proceso totalmente inteligente, cerebral y de una amplia proyección cultural.

Gracias Machito por presentarle al mundo nuestras raíces de una manera tan espectacular.

Fuentes:

Imagen de cabecera: Francisco Grillo "Machito". Foto tomada de commons.wikimedia.org